Violencia en el Mundo:

violencia-en-el-mundoRecientemente el economista Moisés Naím publicó un artículo titulado “La gente más asesina del mundo”, en el cual señala que en algún lugar de Estados Unidos un hombre con problemas mentales y fuertemente armado masacra a un grupo de inocentes, lo que produce conmoción, indignación y el debate sobre la necesidad de restringir el acceso a las armas de fuego. Felizmente la sociedad norteamericana no ha perdido la capacidad de indignarse ante estos hechos de sangre, lo que no ocurre en nuestro país donde muchas veces estos actos de violencia lo observamos con absoluta indiferencia.

Esta actitud también la han asumido los países de América Latina, considerada la región más violenta del mundo, donde las grandes mayorías parecen haberse resignado a coexistir con el asesinato, ya que la gente y los líderes –si es que los hay- han perdido la capacidad de imaginar una realidad donde el asesinato no forme parte de la vida cotidiana. El 42% de los asesinatos del mundo ocurre en América Latina, donde vive tan solo el 8% de la humanidad. Mientras que la tasa de homicidios en Estados Unidos es cinco veces más baja que el promedio de América Latina.

La guerra en Afganistán ha cobrado un total de 3.238 víctimas en solo un año, lo que se aproxima al número de asesinatos producidos en Brasil en el 2011. El conflicto armado en palestinos e israelíes de diciembre pasado arrojó aproximadamente el mismo número de fatalidades que hay en un fin de semana en Caracas. La probabilidad de ser asesinado caminando por cualquier calle de Bagdad es menor que la de morir en una calle de Guatemala.

En todo el mundo las tasas de homicidio han venido declinando o no han aumentado mucho. En cambio, en América Latina vienen creciendo aceleradamente, como es el caso de El Salvador, Honduras y Guatemala que tienen las más altas tasas de homicidio de los cinco continentes. En el 2011 fueron asesinadas 112 personas en Brasil cada día y en México 71 personas. ¿Qué explica esta propensión de América Latina al asesinato? La pobreza es una causa frecuentemente mencionada, aunque de ser por esto, China debería tener más asesinatos que Brasil. Otros lo atribuyen a la democracia y al hecho que los gobiernos autoritarios pueden reprimir más impunemente a los criminales. Pero India, la democracia más grande del mundo, y también uno de los países más pobres, tiene un índice de homicidios comparativamente más bajo que el de las democracias pobres de América Latina. El consumo y tráfico de drogas también son señalados como las razones detrás de la alta tasa de homicidios en Latinoamérica. Pero ningún país consume más drogas que Estados Unidos y, si de narcotráfico se trata, Marruecos y México son grandes proveedores de drogas a Europa y Estados Unidos, respectivamente. Es decir, se tratan de países pobres que les venden drogas a sus vecinos ricos.

Pero la tasa de homicidios de Marruecos es muy inferior a la de México. Pero esto no quiere decir que las drogas, la pobreza, la ineficiencia y la corrupción de instituciones como la policía, el sistema judicial o las cárceles no sean factores importantes. Investigaciones recientes han encontrado que la desigualdad económica, el fácil acceso a armas de fuego, el alcohol, la presencia de bandas, bajos niveles de encarcelamiento y fuerzas policiales muy pequeñas para el tamaño de la población, también forman parte de la explicación. Rn ese sentido, América Latina debe adoptar medidas decisivas para terminar su coexistencia pacífica con el asesinato.

No es un objetivo que solo le compete al gobierno o a los políticos; también le compete a la Iglesia, sindicatos y empresarios, a las escuelas y universidades, medios de comunicación, cantantes y artistas, a las madres y a los jóvenes, a un amplio abanico de sectores, instituciones y grupos tan amplios como sea posible, los que podrían movilizarse para comprometerse a reducir el número de homicidios.

Centroamérica se ha vuelto una zona muy convulsionada, donde han surgido las maras, la delincuencia común se ha expandido y es uno de los corredores de la droga. Es el caso de San Pedro Sula, una ciudad considerada el motor económico de Honduras, que se ha convertido en la más violenta del país más violento de esa región. La criminalidad actual en las calles hondureñas se traduce en 85 homicidios por cada 100 mil habitantes; mientras que en el Perú la tasa de homicidios es de cinco por cada 100 mil habitantes, considerado una de las más bajas de Latinoamérica, aunque cueste creerlo.

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