Violencia de Género

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La periodista Anayeli García Martínez ha señalado que “la televisión mexicana ignora la ley contra la violencia de género”, indicando que las telenovelas, la publicidad oficial, los programas de revistas y concursos e incluso los noticieros que se transmiten en la televisión mexicana reproducen la violencia de género y promueven a las mujeres como objetos sexuales. La Red de Investigadoras por la Vida y la Libertad de las Mujeres afirmaron que la programación televisiva presenta estereotipos sexistas y contenidos discriminatorios, y usa el cuerpo de las mujeres como simple objeto.

Olga Bustos, investigadora de la Facultad de Psicología de la UNAM y especialista en género y medios de comunicación, lamentó que el actual marco jurídico que prohíbe la violencia de género en medios, sean insuficientes para evitar este tipo de contenidos. Desde 1975, cuando se conmemoró el Año Internacional de la Mujer, las feministas afirmaban que las imágenes estereotipadas de las mujeres en los medios de comunicación, así como su escasa participación en ellos eran poderosas barreras que dificultaban la universalidad de los Derechos Humanos.

La Red de Investigadoras ha corroborado que la representación de las mujeres en el discurso de los medios reproduce estereotipos sexistas, que asocian a las mujeres a roles tradicionales o que las representan como objetos sexuales. Por otro lado, un estudio de Aimée Vega Montiel, del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM, revela que el sexismo está presente en noticieros, talk shows, series y telenovelas mexicanas y, tantas otras que se producen en América Latina.

Alejandra Sánchez Guzmán, encargada del Laboratorio de Violencia y Género en el Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía de México (entrevistada por Rocío Sánchez, para La Jornada: Enfermedad, violencia y género) ha efectuado estudios sobre violencia como un problema de salud y las relaciones de género que se dan entre los parientes con enfermedades neurológicas y sus cuidadores, que por lo general son mujeres. Indica que la violencia se presenta igualmente en todas las condiciones socioeconómicas y culturales. Por otro lado, la gente vive más pero también aumentan los padecimientos crónicos, lo que hace que más gente con ciertas enfermedades neurológicas y que en muchas ocasiones, por el tipo de padecimiento, pueden tener mucha dependencia, lo que puede generar maltrato hacia el otro.

Mujeres y narcotráfico:

La violencia contra las mujeres en los países de América Latina, enraizada en el sexismo y la discriminación estructural, se incrementa por el contexto de la violencia armada que vive la región, la cual, a su vez, está directamente relacionada con el narcotráfico, el cual ha sido causante del surgimiento y fortalecimiento de distintos aparatos criminales que encuentran en la vía armada la manera de defender sus intereses comerciales, pasando por encima de los derechos humanos de la población y debilitando transversalmente a los Estados y sus instituciones.

Las políticas antidrogas desarrolladas por los Estados no han detenido al narcotráfico ni disminuido el consumo de drogas; sin embargo en esta guerra las mujeres han sufrido de manera desproporcionada el impacto de la violencia, puesto que la discriminación histórica que ha recaído sobre ellas las ha ubicado en especiales condiciones de vulnerabilidad.

Los recientes estudios sobre feminicidio muestran cómo las tasas de muertes violentas contra mujeres ha crecido caso el triple que la de los hombres en los países de la región más afectados por el narcotráfico; además ha aumentado la crueldad con la que tales actos se cometen. La violencia estructural que enfrentan las mujeres por el hecho de serlo se ha visto incrementada e intensificada en el marco de los conflictos que generan los mercados ilegales, en los cuales sus cuerpos han sido usados como campos de batalla en los contextos de confrontación y han llevado la peor parte en la consecuente militarización de los territorios.

En contextos de alta violencia, la crueldad contra las mujeres posee connotaciones simbólicas dentro de los grupos armados, que se ensañan con los cuerpos de las mujeres, pero también quienes no pertenecen a grupos armados pueden acceder fácilmente a las armas y hacer uso de ellas en la esfera doméstica, contra las mujeres y se benefician igualmente de la débil actuación de los sistemas de justicia y la impunidad.

Los peores países para ser madre:

La periodista Natasha Pitts ha efectuado una investigación respecto a esta problemática, señalando que la ONG Save the Children difundió el pasado mes de mayo el 13° Informe sobre el Estado Mundial de las Madres en el que se analizan los peores y los mejores países para ser madre. El documento tiene en consideración factores como educación, salud, status económico y político de las madres, además del bienestar básico de los hijos e hijas.

En el informe se reproduce una lista de los diez mejores países para ser madre, entre los cuales están: Noruega, Islandia, Suecia, Nueva Zelanda, Dinamarca, Finlandia, Australia, Bélgica, Irlanda, Holanda/Reino Unido. Cabe observar que ocho de los diez países están en Europa. Otro destaque es que España, antes en el 12° lugar en este ranking, cayó a la posición 16° en el 2012.

Entre los diez peores se encuentran: República Democrática del Congo, Sudán del Sur, Sudán, Chad, Eritrea, Malí, Guinea-Bissau, Yemen, Afganistán y Níger. En este grupo, el destaque es para Afganistán, que dejó de ser el peor país para ser madre y pasó esa posición a Níger. Ocho de los diez países listados están en África subsahariana.

Save the Children destaca que en Noruega las mujeres estudian, en promedio, 18 años y tienen una expectativa de vida de 82 años. El 82% usa métodos anticonceptivos y sólo una de cada 175 corre el riesgo de perder a su hijo antes que cumpla cinco años de edad. En Níger, la situación es diferente, donde la expectativa de vida es de 56 años, ellas estudian alrededor de cuatro años y sólo el 5% usa métodos anticonceptivos. Además, uno de cada siete niños muere antes de los cinco años de edad.

La desnutrición es una de las grandes villanas. En África subsahariana, el 20% de las mujeres están excesivamente delgadas y en Asia Meridional esta cifra llega al 35%. En algunos países en desarrollo, el 49% de las gestantes presentan anemia, enfermedad que es una de las principales causas de mortalidad materna y puede causar partos prematuros y bajo peso en los recién nacidos.

Las mujeres según los talibanes:

Según Unicef, en las zonas tribales de Pakistán el índice de alfabetización de las mujeres llega solo al 7%. Malala Yousafzai, la adolescente de 14 años que fuera baleada hace unas semanas por los talibanes, vive en Swat, una zona tribal. Ella no quería ser parte de esa funesta estadística. Desde el 2009, cuando el ejército pakistaní entro en Swat para echar a los talibanes, Malala inició una campaña que abogaba por el derecho a la educación de las mujeres. La represalia por su osadía vendría tres años después. Además, su escuela fue una de las 225 que entre el 2007 y el 2009 habían sido destruidas por los talibanes.

Los fundamentalistas islámicos empezaron a ganar cada vez más terreno en Swat desde el 2001, a medida que los talibanes y los miembros de la red terrorista Al Qaeda escapaban de la persecución de las tropas estadounidenses en Afganistán y buscaban refugio en las zonas tribales de Pakistán. Los talibanes afganos perdieron sus feudos en el país, pero llevaron consigo a Pakistán sus ideas fundamentalistas, especialmente las que minimizan el papel de la mujer en la sociedad. Entre estas ideas destacan la prohibición de la educación a las mujeres, no solo en las escuelas, también en universidades o en cualquier otra institución educativa. Ellos alegan que estos centros son la fuente de una educación moderna y liberal que no está permitida por el Islam.

Pero los talibanes no solo vetan la educación femenina; también prohibieron el trabajo de las mujeres fuera de sus hogares. Además, al igual que en el Afganistán de antes de la invasión estadounidense, exigen que la mujer vista la burka, un velo que las cubre de la cabeza a los pies. Desobedecer esto se castiga con azotes, palizas y abusos verbales. En cuanto al desarrollo profesional, solo unas pocas doctoras y enfermeras tienen permitido trabajar. También se prohíbe a las mujeres cerrar tratos con comerciantes hombres; mientras que en los hospitales las mujeres no pueden ser examinadas por un médico hombre, a no ser que esta se encuentre acompañada por un familiar se sexo masculino.

Las mujeres acusadas de mantener relaciones sexuales fuera del matrimonio son condenadas a morir lapidadas. Está prohibido el uso de cosméticos, las mujeres tampoco pueden reír en voz alta, pues, alegan los talibanes ningún extraño puede oír la voz de una mujer; ellas tampoco pueden llevar zapatos con tacos, porque pueden producir sonido al caminar, y un hombre no puede oír los pasos de una mujer. Está prohibido que las mujeres tengan presencia en la radio y en la televisión. La práctica del deporte está vetada para las mujeres, las que no pueden ingresar a los espectáculos deportivos. Además, las ventanas de las casas deben ser cubiertas para que las mujeres no puedan ser vistas por extraños desde la calle.

Malala fue baleada cuando estaba en el autobús escolar que la llevaría a su casa. Los talibanes no solo la habían convertido en un objetivo militar por su defensa del derecho a la educación. También alegan que es pro occidental porque alguna vez dijo que admiraba a Barack Obama. Ese es el nivel de irracionalidad de quienes quieren que Malala forme parte de las deprimentes estadísticas de exclusión educativa en Pakistán, comenta el periodista Roger Zuzunaga Ruiz.

En Nigeria las mujeres también son objeto de persecución, donde ha aparecido una organización fundamentalista islámica denominada Boko Haram, la cual quiere instaurar en ese país un modelo de gobierno inspirado en los ideales de los talibanes, al extremo de señalar que “la educación occidental es pecado”. Los talibanes se hicieron conocidos en el ámbito internacional por su interpretación radical de la sharia, y las mujeres están entre las principales víctimas de ese extremismo y, por lo tanto, condenadas a no poder trabajar ni estudiar.

Violencia contra mujeres salvadoreñas:

La hostilidad hacia la mujer suele invisibilizarse frente al fenómeno del crimen organizado; pero las cifras son escalofriantes en El Salvador. Hasta julio de este año la Policía Nacional Civil registró el asesinato de 231 salvadoreñas; muchas de ellas han sido víctimas de la extrema violencia que ejercen pandillas como La Mara Salvatrucha y La 18 que dominan las calles y las cárceles salvadoreñas. El año pasado en ese país centroamericano se cometieron 647 feminicidios, mientras que en el Perú -con mayor población femenina- en el mismo período las víctimas fueron 120. Por lo que la mujer en El Salvador es 25 veces más vulnerable a ser asesinada que una mujer en nuestro país.

El tráfico de drogas, armas y personas vuelve más indefensas a las mujeres en Centroamérica. En otros casos, muchas callan por temor a represalias, el maltrato físico y psicológico que atraviesan en sus propios hogares, sobre todo en manos de sus parejas por celos o exceso de control. Según el III Informe Internacional Violencia contra la Mujer en las Relaciones de Pareja, elaborado por el Instituto Centro Reina Sofía (2010), El Salvador encabeza el ranking de feminicidios, incluso por encima de Guatemala, Honduras y México. Los tentáculos de la violencia de género alcanzan a mujeres de todas las edades.

En este contexto nace Ciudad Mujer en el 2011, que es un programa de ayuda y empoderamiento a las salvadoreñas encabezado por Vanda Pignato, primera dama y secretaria de Inclusión Social de la nación centroamericana. La iniciativa es financiada a través del Banco Interamericano de Desarrollo. Estos establecimientos cuentan con cinco grandes módulos de atención: Autonomía Económica, Atención y Prevención de Violencia; Salud Sexual y Reproductiva, Educación Colectiva y Sala de Cuidado Infantil.

Falta protección para las víctimas de violencia de género:

Según un estudio realizado por la Defensoría del Pueblo de nuestro país, en 30 comisarías de Lima y Callao, de 155 denuncias, solo 11 proporcionaron medidas de protección para la víctima como el traslado a un albergue, una orden para que el agresor se aleje de la víctima u otra de cese del acoso; disposiciones que fueron emitidas por el Ministerio Público. Por otro lado, la Unidad de Diversificación de Servicios del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, señala que la falta de reacción y hasta de sensibilización en las autoridades expone a las mujeres a que los maltratos acaben en crímenes si ellas los denuncian.

Para erradicar la violencia de género es importante el buen ejemplo. En ese sentido los padres son modelos de conducta y, por otro lado, las mujeres deben entender que al permitir abusos, están impidiendo que sus hijos aprendan las formas pacíficas de convivencia.

Mujeres ejemplares:

Durante la llamada Primavera Árabe (2011) las mujeres jamás fueron ajenas al grito de libertad, el que todavía recorre el mundo árabe. Un ejemplo de ello es la lucha emprendida por Samira Ibrahim, quien fue una de las 17 egipcias sometidas por los militares a las infames pruebas de virginidad y, desde entonces libra una lucha sin tregua. Recién ha cumplido los 25 años, pero la revista estadounidense “Time” la incluyó en la lista de las cien personas más influyentes del 2012.

Samira Ibrahim fue detenida durante las protestas que ocurrieron en Egipto para derrocar al ex presidente Hosni Mubarak, siendo trasladada a una prisión militar donde sucedió el dramático pasaje cuyo relato rechaza rememorar. Al examen médico –tildado de tortura por Amnistía Internacional- determinó que varias manifestantes solteras, entre ellas Samira, habían mantenido relaciones sexuales. El peso de la deshonra, imperdonable en la conservadora sociedad egipcia, cayó sobre ellas. El caso es dramático porque dos de ellas han sido repudiadas por sus familias. Pese a ello, Samira ha denunciado que “Egipto es un pueblo de machistas que usan a las mujeres como criadas”.

La profesora Nawal Saadawi, una veterana defensora de los derechos de la mujer, señala que: “La mentalidad de algunas mujeres resulta más atrasada y contraria a sus intereses y derechos que la de los hombres”.

La liberiana Ellen Johnson Sirleaf, de 73 años, pasó a la historia en el 2005 al convertirse en la primera mujer elegida jefa de Estado en el continente africano. Tras su elección y posterior reelección en octubre del año pasado, asumió la tarea de pacificar y reconstruir su país, Liberia, traumatizado por las guerras civiles que, desde 1989 al 2003 dejaron más de 250 mil muertos y sus infraestructuras y economía en ruinas. Gracias a su condición de economista, su tarea tuvo éxito ante los organismos internacionales que la ayudaron. Esta madre de cuatro hijos y abuela de ocho nietos, antes de asumir la presidencia, se desempeñó como ministra de Finanzas y trabajó en la ONU u en el Banco Mundial. Actualmente es miembro del Consejo de Mujeres Líderes Mundiales.

Leymah Gbowee, activista de 40 años, madre de seis niños, promovió una campaña que buscaba detener la matanza que desangraba Liberia y en la que tuvo éxito: instaba a que las mujeres rechazaran a los hombres mientras continuara la guerra, lo que ayudó a la elección de su compatriota Ellen Johnson Sirleaf, como presidenta del país.

La inclusión social a través de la defensa del indio, la educación femenina y la organización de los artesanos fue enarbolada con mucha fuerza por las peruanas Clorinda Matto de Turner, Trinidad Enríquez y Mercedes Cabello de Carbonera, respetadas y admiradas por su calidad literaria, pero al mismo tiempo denostadas con virulencia por la intelectualidad masculina y violentamente hostilizadas por la mayoría social conservadora que, finalmente, logró excluirlas.

Clorinda Matto de Turner fue jefa de redacción del periódico “La Bolsa” de Arequipa, desde donde defendió la igualdad de la mujer, su derecho a la educación y denunció la inhumana situación de los indios, hasta que fue excomulgada por la Iglesia y rechazada en Lima, Arequipa y Cusco, exiliándose en Buenos Aires hasta su muerte en 1909.

Trinidad Enríquez fue la primera peruana graduada en la Universidad San Antonio Abad del Cusco. Promovió la educación de las mujeres como el primer camino a la igualdad. Mercedes Cabello de Carbonera fue autora de libros y artículos de calidad, lo que provocó la envidia y los insultos de escritores de la época. Sus novelas reivindicaron temas sociales que fueron rechazados duramente, siendo internada en el manicomio de Lima hasta su muerte ocurrida en 1909.

El 25 de noviembre de cada año se conmemora el “Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer”, que debe haber servido para reflexionar y sensibilizarnos respecto a la preocupante situación de violencia cotidiana que viven las mujeres en diferentes regiones del planeta y, particularmente, en nuestro país. Mujeres y hombres debemos comprometernos en implementar conductas que ayuden a la erradicación de la violencia de género, y principalmente, los medios de comunicación a través de los cuales debemos transmitir mensajes de solidaridad, respeto y de convivencia pacífica.

 

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