Como lo hemos señalado en varias ocasiones, el mundo quedó consternado con la noticia del atentado que esta niña de apenas 11 años sufrió hace unos meses por luchar por el derecho a la educación de las niñas de su comunidad. Malala es una de las miles de niñas pakistaníes que quieren ser profesionales a futuro y por ello desde temprana edad ha sido una asidua lectora de libros de Harry Potter y de las obras de Paulo Coelho. Inclusive guardaba la biografía de Benazir Bhutto, quien fue la primera mujer que ocupó el cargo de primer ministro de un país musulmán y que murió asesinada en el 2007.
Malala a medida que iba pasando en tiempo se hacía más visible por sus protestas favor del derecho a la educación para las niñas, lo que trajo como consecuencia que militantes talibanes liderados por Maulana Fazlullah dictaran prohibiciones, es decir, que las mujeres no podían ver la televisión, escuchar música, que fueran de compras y suprimir la educación a las niñas.
Los medios de su país conocieron la batalla que libraba Malala, ante los cuales ella dijo ¿Cómo se atreven los talibanes a quitarme mi derecho fundamental a la educación? Era evidente que muchos temían por la vida de esta menor, pues enfrentarse a los talibanes era un serio riesgo para su vida, pero Malala sabía lo que decía. La actitud asumida por esta niña no hubiera sido posible sin la influencia de su padre, quien poco después de su nacimiento incluyó el nombre de su hija en el registro familiar, un hecho sin precedentes en una sociedad dominada por los hombres y que solo reconoce a los hijos varones.
En octubre de 2011, el Premio Nobel de la Paz, Desmond Tutu, nominó a Malala al Premio de la Paz Internacional de la Infancia y con ello la colegiala activista terminó de convertirse en una celebridad en Pakistán. De inmediato, Maulana Fazlullah lanzó amenazas en su contra en periódicos y cartas que deslizaban debajo de su puerta. Y es así que a mediados de 2012 los líderes talibanes acordaron por unanimidad matar a Malala.
El 9 de octubre pasado; Shazia Ramzan, de 13 años de edad, estaba sentada junto a Malala en la parte trasera del camión que hacía las veces de bus escolar, quien fue la primera en observar la presencia de un pistolero encapuchado quien preguntó por Malala. Las niñas no respondieron pero sus miradas se dirigieron hacia ella, enseguida el hombre disparó contra ésta, atravesándole la bala el tejido justo detrás de su ojo izquierdo, rozó el exterior del cráneo, rompió el borde de su mandíbula, pasó por el cuello y se alojó cerca de su hombro. Su atacante, Attah Ullah Khan, un estudiante de química de 23 años, huyó a Afganistán.
Durante los tres meses de tratamiento y recuperación que Malala pasó en el hospital Queen Elizabeth en Birmingham, Inglatrerra, recibió regalos y tarjetas de todo el mundo en los cuales le expresaban su solidaridad y apoyo. Además, ha sido nominada al Premio Nobel de la Paz. Malala ha sido dada de alta y salió caminando del nosocomio hacia un hogar temporal en Birmingham, donde su padre tiene un trabajo como asesor especial de Gordon Brown, quien es enviado especial de la ONU para la Educación Global.
En su momento los talibanes no solo se atribuyeron la autoría del atentado, sino que aseguraron que si Malala sobrevivía la atacarían nuevamente. Por eso no se sabe aún si ésta regresará a Mingora, su ciudad natal. Pero hay cientos de niñas que han perdido el miedo y están decididas a seguir los pasos de Malala en defensa de su derecho a la educación, quien ha defendido el derecho de las jóvenes mujeres a recibir educación en igualdad de condiciones respecto de los varones, lo que causó la ira de los fundamentalistas islámicos.
El gobierno de Pakistán aseguró que Malala podrá permanecer en el Reino Unido durante todo el tiempo que dure su tratamiento y, además, su padre ha sido designado agregado de educación del consulado de su país en Birmingham durante tres años.
Lamentablemente en Pakistán, como en otros países de esa región, la violencia contra los menores y las mujeres no cesa y los casos son cada vez más conmovedores, pues hace poco una niña de 9 años se encontraba grave luego de haber sido secuestrada y violada en la provincia de Punjab, situada en el este del país. La menor fue secuestrada por tres mujeres y un hombre frente a su casa en la localidad de Manzoorabad y trasladada a un campamento, donde fue violada por tres varones.
La madre de la niña explicó a la policía que encontró a su hija frente a su casa, ensangrentada y semiinconsciente, y que cuando se dirigía a la comisaría para denunciar lo sucedido, uno de los violadores la detuvo y amenazó con matarla si decía algo. Pese a ello, la mujer llevó el caso a las autoridades que han iniciado una investigación, sin dar con los responsables hasta ahora.
La Fundación Awaz de Pakistán reveló en un informe que desde enero de 2012 hasta noviembre del mismo año se registraron 2.713 casos de asaltos sexuales en los quince distritos meridionales de la provincia de Punjab, entre los que se encuentran la niña cuya identidad la mantenemos en reserva.
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