La radio en el genocidio de Ruanda:

genocidio_ruanda_1994La comunidad internacional recuerda 20 años del último genocidio que ha presenciado la humanidad, donde hutus y tutsis, dos grupos étnicos de Ruanda con semejantes características lingüísticas, físicas y culturales, se enfrentaron en ese país africano. Estando en el poder, los hutus prácticamente masacraron a la minoría tutsi, que trajo como consecuencia la muerte de un millón de personas, en un genocidio incentivado por un medio de comunicación, en este caso, la radio.

Como indica el especialista Vicenc Fisas, la prensa puede crear actitudes sociales ante un conflicto, es decir, los medios de comunicación pueden fomentar comportamientos agresivos, justificar acciones bélicas, formar estereotipos, imágenes del enemigo y demonizaciones. El caso ruandés es uno de los ejemplos que grafica muy bien el papel de los medios de comunicación en un genocidio que avergonzó a la ONU y a la comunidad internacional que hizo poco o nada por detenerla.

Hasta hoy se discute –incluso en los tribunales internacionales- el papel que jugó la radio para que escalara la disputa  entre los hutus y los tutsis hasta llegar a un genocidio, donde los hutus asesinaron en forma masiva a los tutsis en solo 100 días y, para lograr esta sangrienta tarea, los hutus no necesitaron utilizar armas sofisticadas, sino simples machetes de 10 centavos de dólar.

Investigaciones posteriores determinaron que la radio cumplió distintas funciones para que ocurriera el genocidio. Una primera tarea es que logró “demonizar” a los tutsis y, es que por varios meses, la radio tutsi enviaba mensajes donde los hutus eran denigrados sistemáticamente como ladrones, traicioneros y cuyas vidas importaba menos que la de una cucaracha. En segundo término, la misma radio reclamó una supuesta superioridad  étnica de los hutus sobre los tutsis que solo merecían “ser aplastados como insectos”.

Posteriores estudios determinaron que esa apreciación de superioridad fue creada mucho tiempo antes en forma artificial por las potencias europeas en la etapa de la colonización de África con el fin de dividir a la población y someterlas de una manera más fácil. Por último, la radio se convirtió en el medio para que los tutsis coordinaran sus ataques contra los civiles hutus, por cuanto las órdenes salieron de ese medio sin que las fuerzas de las Naciones Unidas pudieran evitarlo.

El triste caso de Ruanda debe servir para reflexionar acerca del papel que toman los medios de comunicación en cualquier conflicto, es decir, puede servir para destruir naciones de la manera más vil, como puede ser útil para construir la paz en una sociedad.

Entrevista a Betty Mutesi:

Betty Mutesi pertenece a la etnia tutsi, fue nuestra compañera de estudios en el Máster Internacional de Estudios de Filosofía para la Paz y Desarrollo en la Comunidad Valenciana – España y, ahora es responsable de proyectos de Alerta Internacional en Ruanda y Burundi, en recientemente entrevista efectuada en Madrid el 16 de abril pasado, reflexionó sobre las causas y las consecuencias del genocidio tras las jornadas denominadas “Ruanda, 20 años después” llevadas a cabo en la capital española. Ella ha señalado que fueron 800 mil vidas perdidas, familias enteras asesinadas, un país destruido. Pero ¿Cuáles fueron los orígenes de la matanza? Resulta que en 1959 muere el rey tutsi Mutara III Rudahigwa desencadenándose una revolución social donde campesinos hutus atacan a los terratenientes tutsis y provocan más de 20 mil muertes y 150 mil desplazados. Es decir, los enfrentamientos entre las etnias de los hutus y los tutsis lleva años gestándose.

Desde 1959 ya estaba claro que la división entre ambas etnias se estaba intensificando, por cuanto los tutsis estaban siendo atacados como consecuencia de su origen étnico y muchos de ellos estaban siendo asesinados y muchos otros eran forzados al exilio en países vecinos. Se ha comprobado que el genocidio contra los tutsis estaba en ciernes desde 1959 y lo cierto es que nadie hizo nada por diversas causas; por un lado, por la falta de interés en Ruanda por razones estratégicas y económicas y, por el otro, el país llevaba años sumergido en una dictadura lo que hacía imposible que desde el exterior se conociese lo que realmente ocurría en el país.

Betty Mutesi señala que aunque la comunidad internacional haya prometido que nunca jamás volvería a ocurrir lo sucedido en Ruanda, lo cierto es que la falta de inacción sigue cobrándose muchas vidas. Por lo que la comunidad internacional tiene que tomar medidas más enérgicas que hagan frente a la crisis actual, pues sólo así se podrán frenar conflictos como los que están sucediendo en Siria, Sudán del Sur o en la República Democrática del Congo.

El proceso de paz en Ruanda:

El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ha puesto en marcha el Tribunal Penal Internacional para Ruanda, con sede en la ciudad de Arusha (Tanzania), donde se lleva a cabo el enjuiciamiento de los responsables del genocidio y de las graves violaciones de los Derechos Humanos cometidas en el país en 1994; sin embargo los procesos se han vuelto tediosos, lentos y complicados de ejecutar. Desde enero de 1777 hasta diciembre de 2012, de las 92 personas acusadas de genocidio, crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra, 49 han sido declaradas culpables y condenadas.

Con el objetivo de buscar una solución al hecho de que miles de implicados en el genocidio seguían sin ser juzgados y con el fin de lograr una reconciliación desde las bases sociales , el Gobierno de Ruanda restableció en el año 2001 el sistema de justicia comunitaria tradicional denominado “Gacaca”. A través de este sistema, los nuevos tribunales Gacaca combinaban el derecho penal moderno con procedimientos comunitarios tradicionales. Desde el inicio de su funcionamiento en el 2005, un total de 12 mil tribunales comunitarios han realizado más de 1,2 millones de juicios en todo el país. Sin embargo, aunque los tribunales Gacaca lograsen resolver el cuello de botella en el plano jurídico, cuentan con limitadas garantías procesales.

El Tribunal Penal Internacional para Ruanda fue creado por la ONU en 1994 con el fin de juzgar a los máximos responsables del genocidio, el cual ha juzgado solamente a dos tercios  de los que fueron los principales actores del genocidio y, por ahora, tres importantes autores de estos crímenes se encuentran prófugos.

La guerra civil en Ruanda duró cuatro años, pero entre el 7 de abril y el 15 de julio de 1994, miles de miles de milicianos hutus tomaron las calles de este país africano para exterminar a sus compatriotas tutsis; es así que en cien días asesinaron a 800 personas, es decir, 330 tutsis fueron asesinados cada hora. Los tutsis habían sido declarados enemigos de la nación, por lo tanto había que exterminarlos, destruir sus propiedades y comer sus vacas. A algunos tutsis les hacían cavar su propia tumba y los enterraban vivos o les quemaban la casa con ellos adentro, o los golpeaban con machetes hasta matarlos.

En julio de 1994, el Frente Patriótico Ruandés de los tutsis tomó el control definitivo sobre la ciudad de Kigali, la capital del país. Entonces cientos de miles de hutus fueron asesinados como represalia. Se estima de 1,7 millones de personas participaron  directa o indirectamente en el genocidio y Ruanda trató forzosamente de volver a la paz. En la actualidad los tutsis tienen copados los principales puestos de control y –según plantean otros analistas- tienen sometidos a los otrora represores hutus, a quienes marginan y maltratan.

Ruanda –a pesar de estos repugnantes hechos de sangre- vive en la actualidad una paz imperfecta, tratando que el país se reconcilie y, aunque resulta difícil que ello ocurra a corto plazo, sin embargo tanto la comunidad internacional como los propios ruandeses tienen la misión de devolverle al país la dignidad que había perdido debido a un conflicto que había sido creado desde la época de los colonizadores, quienes también se encargaron de crear enfrentamientos entre ambas etnias otorgando privilegios sobre todo a los tutsis. Esperemos que esta paz, aunque imperfecta, sea duradera por el bien de la humanidad.

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