Interminable conflicto Palestino – Israelí: (Noam Chomsky)

conflicto-palestino-israeli (1)Hace unos meses nada más se habían Iniciado las negociaciones palestino-israelí que se llevaron a cabo en Israel, lo que coincidía con el vigésimo aniversario de los acuerdos de Oslo, lo que nos permitía tener esperanzas que este largo conflicto finalmente terminaría. Cabe señalar que en setiembre de 1993, el presidente Bill Clinton organizó el apretón de manos entre el primer ministro israelí Yitzhak Rabin y el presidente de la Organización para la Liberación de Palestina Yasser Arafat en los prados de la Casa Blanca.

Las negociaciones públicas entre israelíes y palestinos habían empezado en Madrid en noviembre de 1991. Las tratativas llegaron a un punto muerto cuando la delegación palestina, encabezada por el nacionalista Haidar Abdul Shafi, insistió en que Israel pusiera fin a la construcción de asentamientos ilegales en los territorios ocupados.

En una declaración de noviembre de 1988, la OLP había propuesto la solución de dos estados con una frontera reconocida internacionalmente. Estados Unidos vetó esa propuesta en el Consejo de Seguridad en 1976 y la siguió bloqueando en contra de un abrumador consenso internacional. En 1993 la Declaración de Principios fue bastante explícita para satisfacer las demandas de Israel, pero silenciosa respecto de los derechos nacionales palestinos. En esa ocasión Dennis Ross se desempeñaba como asesor para asuntos de Medio Oriente del presidente Bill Clinton, quien posteriormente también se convirtió en asesor de Barak Obama, quien señaló que los israelíes tenían necesidades mientras que los palestinos solo tenían deseos, obviamente de menor importancia.

El artículo primero de la Declaración de Principios señala que el resultado final del proceso ha de ser “un acuerdo permanente basado en las resoluciones 242 y 338 del Consejo de Seguridad”, que no dicen nada acerca de los derechos de los palestinos, aparte de una vaga referencia a un “justo arreglo del problema de los refugiados”.

Si el “proceso de paz” se desarrollaría como tan claramente establece la Declaración de Principios, los palestinos ya podrían despedirse de sus esperanzas de tener un grado limitado de derechos nacionales en la tierra de Israel. Otros artículos de la Declaración de Principios estipulan que la autoridad palestina se extiende por Cisjordania y el territorio de la Franja de Gaza, excepto las cuestiones que serán tratadas en las negociaciones del estatuto permanente, esto es, Jerusalén, los asentamientos humanos, ubicaciones militares e israelíes, es decir, excepto todas las cuestiones de importancia.

Aún más, Israel seguiría siendo responsable de la seguridad externa e interna y el orden público en los asentamientos de los israelíes. Las fuerzas armadas israelíes y los civiles podrían seguir usando libremente los caminos en la Franja de Gaza y la región de Jericó, las dos zonas de las que Israel se ha comprometido a retirarse, algún día.

La Declaración de Principios tampoco dice una sola palabra sobre los programas de asentamientos que están en el corazón del conflicto. Aún antes del proceso de Oslo, los asentamientos estaban socavando las perspectivas realistas de que los palestinos alcanzaran cualquier grado significativo de autodeterminación.

Cuando se inauguraron las negociaciones de Madrid, Danny Rubenstein, uno de los analistas israelíes mejor informados, predijo que Israel y Estados Unidos acordarían cierta forma de “autonomía” palestina, pero que sería “una autonomía como en los campos de prisioneros de guerra, donde los prisioneros tienen la autonomía de preparar sus alimentos y organizar eventos culturales sin interferencias”.

Los programas de asentamientos continuaron después de los acuerdos de Oslo, al mismo nivel que habían llegado cuando Yitzhak Rabin se convirtió en primer ministro en 1992, extendiéndose bastante más al este del Gran Jerusalén, anexado ilegalmente. Estados Unidos e Israel actuaron para separar a Gaza de Cisjordania, cerrando el acceso en violación explícita de los términos de los acuerdos, asegurándose así de que cualquier entidad palestina que pudiera surgir estará aislada del mundo exterior.

Los acuerdos fueron seguidos por arreglos adicionales entre Israel y la OLP, que especificaron más claramente los términos de la autonomía del campo de prisioneros de guerra. Después del asesinato de Rabin, Shimon Peres asumió el cargo de primer ministro. Cuando lo dejó, en 1995, declaró a la prensa que no habría Estado palestino.

Al iniciarse las negociaciones en curso, Israel de inmediato dejó en claro su actitud ampliando “la lista de prioridades nacionales” con subsidios especiales para los asentamientos desperdigados en Cisjordania y llevando a cabo sus planes de construir una línea férrea para integrar más estrechamente los asentamientos con Israel.

Obama ha nombrado como jefe de las negociaciones a Martin Indyk, un estrecho colaborador de Dennis Ross, que tiene antecedentes de cabildero para Israel y que explica que los árabes son incapaces de entender el “idealismo” y la “generosidad de espíritu” que imbuyen todos los esfuerzos de Washington.

Las negociaciones constituían una cobertura para que Israel se apodere de los territorios que desea controlar y habrán de ahorrarle a Estados Unidos ciertos bochornos en las Naciones Unidas. Esto es, Palestina podría aceptar diferir iniciativas que reforzarían su condición en la ONU, iniciativas que Estados Unidos se sentiría obligado al bloquear, con el apoyo de Israel y quizás de Palau. Sin embargo, es improbable que estas negociaciones hagan avanzar las perspectivas de un acuerdo significativo de paz.

Igualmente, hace unos meses el presidente palestino Mahmud Abbas, señaló que sigue comprometido con las conversaciones de paz patrocinadas por Estados Unidos y afirmó que un gobierno de unidad con el grupo islamista Hamas reconocerá a Israel. Las declaraciones de Abbas parecían destinadas a tranquilizar a Occidente tras el acuerdo de unidad que había alcanzado con Hamas, el partido islamista que controla la franja de Gaza y que ha jurado la destrucción de Israel. El acuerdo entre Hamas y el partido Al Fatah que lidera Abbas, buscaba la formación de un gobierno de tecnócratas independientes y, por otro lado, ambas partes acordaron que el gobierno de unidad no incluya a miembros de Hamas.

Sin embargo, el portavoz de Hamas, Sami Abu Zuhri, señaló en ese entonces que el reconocimiento de Israel por el presidente de la Autoridad Nacional Palestina no es nuevo; agregando que Hamas no reconocerá nunca a Israel. Por su lado, Mahmud Abbas dijo que estaba dispuesto a continuar con las conversaciones con Israel, siempre que cumplan las antiguas demandas de liberar prisioneros palestinos y detener la construcción en los territorios ocupados.

Nosotros postulamos que para un acuerdo de paz –ojalá a mediano plazo- es importante incluir en dichas conversaciones a Hamas. Pero el Gobierno israelí ha señalado que éste no cumple los tres requisitos que planteara el hoy olvidado Cuarteto para la Paz en Medio Oriente como condición para su participación en las negociaciones, las cuales son: renunciar a la violencia, reconocer el Estado de Israel y aceptar los acuerdos previos entre las partes.

El líder de Hamas, Khaled Meshal sostuvo en el 2007: “La existencia de Israel es un hecho, e Israel seguirá existiendo. Pero Hamas solo contemplará reconocer a Israel cuando se establezca un Estado palestino dentro de las fronteras de 1967”. Ni uno solo de los partidos que forman el Gobierno israelí reconoce explícitamente el derecho de los palestinos a un Estado soberano con base en las fronteras de 1967.

En cuanto a la violencia, Naciones Unidas, Human Rights Watch y Amnistía Internacional coinciden en que tanto Hamas como Israel han cometido crímenes de guerra, y que Israel ha cometido la mayoría de ellos. Al Fatah en el 2006 e Israel en el 2009 intentaron destruir a Hamas, sin éxito. Por lo tanto, es razonable presumir que solo cabe desarmar a Hamas por la vía de la negociación. No sería la primera vez que el actual gobierno de Benjamín Netanyahu negocia y llega a acuerdos con Hamas, pues ya lo hizo en el 2011 para conseguir la liberación del soldado israelí Gilad Shalit, y en el 2012 para conseguir el cese al fuego.

Por otro lado, como lo hemos señalado reiteradamente, ningún líder palestino podrá firmar nada serio con el Gobierno de Israel sin contar con quien ganó las últimas elecciones celebradas en el Territorio Palestino Ocupado en enero de 2006; nos estamos refiriendo a Hamas. En consecuencia, el gobierno de Netanyahu debería aceptar como interlocutores a quienes elijan los palestinos. Ocho años después, de nada ha servido la demonización del Movimiento de Resistencia Islámica, salvo para llevar a los 1,8 millones de habitantes de la Franja de Gaza a la miseria e inseguridad más absoluta y para alimentar una resistencia que causa sufrimiento también a los israelíes. Además, Hamas ha tocado techo en Gaza, por cuanto se encuentra crecientemente aislado, sobre todo tras la pérdida de apoyo a los Hermanos Musulmanes hoy proscritos en Egipto.

Igualmente, John Kerry se desespera por salvar su propia iniciativa para que israelíes y palestinos alcancen algún atisbo de acuerdo que ponga fin a más de seis décadas de conflicto; pero nada indica que sus idas y venidas vayan a producir resultados tangibles a corto plazo, por cuanto no es novedad que Israel incumpla lo pactado anteriormente como es la liberación de los últimos 26 prisioneros palestinos de un total de 104 ya acordados hace meses como medida de confianza y voluntad negociadora. Tampoco lo es que convierta sus incumplimientos en nuevas ofertas a futuro, sea la liberación de prisioneros o la congelación de ampliación de asentamientos, los cuales son ilegales según el derecho internacional.

El Consejo de Derechos Humanos de la ONU han aprobado cuatro resoluciones críticas con las acciones israelíes con los palestinos de Gaza y Cisjordania, pero dichas resoluciones no llevan aparejada consecuencia alguna para la potencia ocupante. Tampoco hay nada distinto en las peticiones palestinas para seguir adelante con el diálogo, esto es, congelación de construcción y ampliación de los asentamientos, liberación de más prisioneros, cese del bloqueo de Gaza, permiso para realizar proyectos de desarrollo de infraestructuras en Cisjordania y cese de incursiones militares. Tan repetido como ese tipo de demandas es la desconsideración de Israel, que sigue empeñado en una estrategia de hechos consumados que busca como objetivo final el dominio efectivo de toda Palestina, forzando a quienes no acepten la sumisión al abandono de la región.

Hay que recalcar que lamentablemente existe una presión combinada de Washington como de Tel Aviv que ejercen sobre la Autoridad Palestina, amenazando con medidas de castigo tanto económico como político. La Autoridad Palestina no se ha animado a volver a solicitar la admisión como Estado miembro de la ONU que le permita denunciar a Israel ante la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra y, no lo hace porque es sobradamente consciente de que dar esos pasos supondría no solo el colapso de la paupérrima economía palestina, sino de la propia Autoridad Palestina y una situación de inseguridad caótica con milicias armadas tomando las calles. Por lo tanto, visto el panorama de esta manera, la paz desgraciadamente seguirá brillando por su ausencia.

Antecedentes del conflicto:

Por Palestina pasaron, desde hace unos 4,000 años, los cananeos, los filisteos (a quienes se tienen como ancestros de los palestinos), los asirios, los egipcios, los fenicios, los persas, los griegos y los romanos. Los cruzados la ocuparon en el siglo XII y los turcos hacia el siglo XVI y, allí también estuvieron por siglos los árabes y judíos. Entre 1917 y 1948 fue parte del Mandato Británico de Palestina, establecido hacia fines de la I Guerra Mundial.

Esta es una apretadísima historia de la Franja de Gaza, ese territorio hoy ajochado por una violencia casi sin límites. Siglos atrás, en sus confines también habría ocurrido la historia bíblica de David (israelita) y Goliat (filisteo); pero hoy se cruzan misiles y bombas.

Esta es la tercera escalada desde que, en el 2005, el mítico territorio fuera devuelto a la Autoridad Nacional Palestina. Las otras dos fueron entre diciembre del 2008 y enero de 2009, y en noviembre del 2012. En la primera, murieron 14 israelíes y más de 1.300 palestinos; en la segunda, las víctimas fueron alrededor de 100 palestinos y 3 israelíes. En la crisis actual los muertos palestinos, como consecuencia de los bombardeos aéreos israelíes, han superado largamente el millar. En Israel, no ha habido muertos por misiles lanzados, desde Gaza, por los miembros de Hamas. Una de las explicaciones de esta asimetría mortal es geográfica, pues se trata de un espacio de apenas 360 kilómetros cuadrados.

Gaza es uno de los lugares más densamente poblados del mundo, donde viven apretujadas más de 4.000 personas por kilómetro cuadrado, que en total suman más de un millón y medio de habitantes. Los pasos fronterizos de la Franja son controlados por Israel, salvo el situado en Rafah, en el límite con Egipto. Mientras estaban los Hermanos Musulmanes en el gobierno, hasta julio del 2003, dicha frontera se abrió, debido a que esta organización tiene lazos con Hamas. Pero desde octubre del mismo año los militares egipcios, de vuelta en el gobierno, lo cerraron y destruyeron los túneles construidos para pasar, debido a incidentes violentos y al temor de que se introduzca armamento.

El conflicto actual:

Cuando tres jóvenes israelíes fueron secuestrados y asesinados en Cisjordania, el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu culpó a Hamas, pese a que esta organización negó el hecho, por cuanto el crimen fue reivindicado por otras organizaciones; ya que Hamas había acordado con Al Fatah la formación de un gobierno de unidad nacional en los territorios ocupados bajo autonomía palestina, acuerdo que comprometía a Hamas a no emplear la violencia.

Recordemos que Hamas había abandonado su alianza con los regímenes de Siria e Irán al iniciarse la guerra civil siria para abrazar como nuevo aliado al gobierno de los Hermanos Musulmanes en Egipto, el cual fue derrocado por un golpe de Estado, con lo que Hamas quedó aislado tanto política como geográficamente en la franja de Gaza, donde el cerco israelí es calificado por la ONU como un castigo colectivo.

Hamas se vio obligado a construir túneles para tener acceso fuera de sus fronteras y, de esa forma, poder ingresar a la franja desde alimentos hasta armamento. Se ha dicho que la red de túneles que los islamistas de Hamas han cavado desde la franja de Gaza hasta Israel ha sido uno de los elementos centrales de la nueva guerra reciente que ha vuelto a teñir de sangre a Medio Oriente. Israel sabe de los túneles desde años, pero no ha encontrado una forma efectiva de clausurarlos. Gaza tiene dos grupos de túneles: los que llegan a Israel y los que llegan a Egipto. Los pasajes subterráneos a Egipto son usados para burlar  el bloqueo económico de Gaza, que Egipto e Israel reforzaron tras la llegada de Hamas al poder en el 2007. Los túneles son vitales para la economía de la zona y son usados para transportar mercadería, combustible e incluso ganado y automóviles; pero también circulan armas y dinero en efectivo de aliados de Hamas en el extranjero, como Hezbolá en el Líbano e Irán.

Egipto destruyó casi todos los túneles que desembocaban en su territorio el año pasado, lo cual causó una grave crisis económica en Gaza, pues Hamas cobraba impuestos a los bienes que circulaban de contrabando. Por otro lado, esta organización decidió ampliar su red de túneles hacia Israel luego de la operación Plomo Fundido, que terminó en enero de 2009 en el que murieron unos 1.400 palestinos. Además de los túneles, Hamas amplió su arsenal de proyectiles antitanque, habiendo escondido bajo tierra muchos lanzadores de cohetes, haciendo que a Israel le resulte mucho más difícil detectarlos y destruirlos.

Por otro lado, Israel ha acusado a Hamas de utilizar a civiles como escudos humanos. Sobre este tema el analista internacional Farid Kahhat (¿Escudos humanos en Gaza?) ha señalado que el informe de Amnistía Internacional sobre la invasión de Gaza entre el 2008 y 2009 acvusa a Hamas de realizar acciones armadas desde las inmediaciones de zonas pobladas, pero no de emplear civiles como escudos humanos. Se acusa en cambio a Israel de emplear a civiles palestinos como escudos humanos, y esa acusación es confirmada  por dos fuentes israelíes. De un lado, el fallo que en el 2005 emitió la Corte Suprema de Justicia de Israel, el cual anula una directiva militar que permitía el empleo de civiles palestinos como escudos humanos. De otro, los testimonios de soldados israelíes recogidos por la organización Rompiendo el Silencio, creada por soldados israelíes que se niegan a servir en los territorios ocupados.

En resumen, es cierto que Hamas no hace esfuerzo alguno por evitar las bajas civiles, pero no es cierto que el Gobierno Israelí  haga mayor esfuerzo por impedirlas. Prueba de ello es el hecho de que, mientras no existen indicios de que Hamas emplee regularmente a civiles palestinos como escudos humanos, sí existen pruebas de que Israel ha empleado regularmente a civiles palestinos como escudos humanos.

Además, el Comité de los Derechos del Niño de la ONU recientemente ha acusado a Israel de emplear a niños palestinos como escudos humanos. La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU sobre los sucesos actuales coinciden en que Israel ataca objetivos militares en forma deliberada; es decir, los lugares en los que se suponía que los civiles estarían a salvo tras evacuar sus viviendas también han sido atacados por Israel. Las fronteras internacionales de Gaza han sido bloqueadas desde el 2007 por Israel y Egipto, razón por la cual la población tampoco puede buscar refugio en otros países.

El Sindicato de Periodistas Palestinos ha denunciado que cuatro informadores palestinos han muerto en los bombardeos sobre la Franja y pidió a la ONU la apertura de una investigación. Igualmente, el edificio que alberga la sede de Al Yazira y de la agencia de noticias AP también ha sido bombardeado.

Los daños de la incursión israelí son terribles, ha dicho Nelson Manrique (El martirio de Gaza); agregando que la devastación de la economía y el medio ambiente de Gaza ha sido largamente preparada por Israel, apoyado los Estados Unidos, la Unión Europea y Egipto.

El bloqueo impide el acceso a los mercados de fuera de Gaza y confina a la abrumadora mayoría de los pobladores a la Franja, un estrecho territorio de 360 km. 2, que equivale a apenas algo más que la tercera parte de la superficie urbanizada de la ciudad de Lima, donde viven hacinados bajo encierro un millón 600 mil habitantes. Así se ha destruido el comercio del que depende la minúscula economía de Gaza y se ha desactivado el sector privado y con él la capacidad para generar puestos de trabajo, cerrando el paso a cualquier recuperación viable. Para algunos analistas internacionales la ofensiva israelí tiene como una motivación fundamental el reciente descubrimiento de yacimientos de gas frente al litoral de Gaza por miles de millones de dólares, que podría contribuir a superar la miseria existente.

El desempleo en Gaza llega casi al 60% y, por lo tanto, cerca del 80% de los habitantes dependen hoy de la ayuda humanitaria para sobrevivir, a pesar de que los pobladores son capaces y están desesperados por trabajar. La ONU ahora tiene que atender a más de 830.000 y la ayuda está amenazada por el retiro de algunos donantes internacionales como Canadá, y la reducción de los aportes de otros. Este panorama ha sido agravado por la agresión reciente el cual ha provocado la muerte de más de un millar de palestinos y más de cinco mil heridos.

Israel ha destruido la infraestructura civil y más de 900 mil familias no tienen acceso al agua; varias líneas de energía han sido dañadas por los bombardeos, el 80% de la población tiene solo cuatro horas de electricidad al día, lo que afecta especialmente a los hospitales. Miles de hogares han sido dañados o destruidos  y decenas de miles de pobladores han sido obligados a desplazarse. Ataques aéreos israelíes impactaron sobre instalaciones de la ONU, hospitales, clínicas de salud, botiquines, centros de rehabilitación para discapacitados, escuelas, clubes deportivos, bancos, mezquitas, edificios y oficinas.

Mario Vargas Llosa (Morir en Gaza) ha señalado lo siguiente: “Yo lo he visto con mis propios ojos. Y me he sentido asqueado y sublevado por la miseria atroz, indescriptible, en que languidecen, sin trabajo, sin futuro, sin espacio vital, en las cuevas estrechas e inmundas de los campos de refugiados o en esas ciudades atestadas y cubiertas por las basuras, donde se pasean las ratas a la vista y paciencia de los transeúntes, esas familias palestinas condenadas solo a vegetar, a esperar que la muerte venga a poner fin a esa existencia sin esperanza, de absoluta inhumanidad, que es la suya.

“Son esos pobres infelices, niños, viejos y jóvenes, privados ya de todo lo que hace humana la vida, condenados a una agonía tan injusta y tan larval como la de los judíos en los guetos de la Europa nazi, los que estaban siendo masacrados por los cazas y los tanques de Israel, sin que ello sirviera para acercar un milímetro la ansiada paz. Por el contrario, los cadáveres y ríos de sangre de esos días solo sirven para alejarla y levantar nuevos obstáculos y sembrar más resentimiento y rabia en el camino de la negociación”.

Por su parte, nuestro ha lamentado, mediante un comunicado, la situación vivida en Gaza, hechos que afectan la paz y lesionan elementales principios del derecho internacional humanitario. Por otro lado, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, ha abandonado las reconvenciones a las dos partes para centrarse en la demanda de cese al fuego por parte de Israel, ya que afecta a la población civil que no tiene a donde huir, por cuanto –además- toda casa, toda escuela, todo refugio se ha convertido en objetivo de los bombardeos.

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