Atentados contra nuestra Ecología

ecologiaMadre de Dios está siendo arrasada por la minería ilegal, es decir, a la Capital de la Biodiversidad se le está cortando las venas. Hace poco el biólogo peruano Enrique Ortiz acompañó a los periodistas norteamericanos Ron Haviv y Donovan Webster, quienes ingresaron a los bosques de Puerto Maldonado, donde las aves batallas contra el ruido de las motosierras, el agua de los ríos se convierten en un perturbador líquido marrón y donde el hombre, sin piedad, se abre paso. Allí donde hubo selva, hoy quedan rocas.

Según Cesar Ipenza, de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental, la tasa de deforestación de los bosques en el Perú se ha multiplicado desde los años 90 y, hasta febrero de 2011 ya se había deforestado cerca de 32 mil hectáreas en Madre de Dios.

La mayor parte de oro que se extrae de la selva es ilegal, cuya labor está asociada a la deforestación, contaminación y aniquilación de especies de los ríos, aire y árboles que incluso tienen más de mil años. La selva no solo es reducida, sino está siendo contaminada para siempre con mercurio, debido a las operaciones clandestinas que se desarrollan en los bosques.

Este recorrido hecho por estos dos periodistas dio vida al documental titulado “Oro Amazónico”, bajo la dirección de Reuben Aaronson, y registra la tragedia y el envenenamiento del ambiente producto de la minería ilegal en Madre de Dios. También demuestra las pérdidas, las necesidades y la miserable explotación de la tierra para obtener una ganancia aún más miserable. En plena selva se observan enormes hoyos del tamaño de campos de fútbol americano que han sido creados en solo una semana y, cada hoyo destruye árboles de mil años de antigüedad y cientos de especies de plantas y animales que solían vivir en estos árboles. Va a tomar por lo menos 500 años para que estos ecosistemas vuelvan a ser lo que eran.

Humildes pobladores del altiplano, con muchas necesidades y pocas oportunidades, llegan a la selva por trabajo, buscando dinero para abrir un negocio y alimentar a sus familias, sin importar las consecuencias catastróficas de su salud y de su tierra, por cuanto se ha descubierto que en apenas tres años estos nuevos “mineros” podrían perder sus funciones motoras.

El documental “Oro Amazónico” reafirma e insiste en el derecho de la selva amazónica de existir como fuente de biodiversidad y no de codicia humana. El documental es un grito a la conciencia y un pedido a la población para frenar el ciclo de su destrucción. Los realizadores creen que es posible lograr el objetivo, generando un gran impacto a nivel mundial.

El documental en referencia muestra cómo se aniquila y se convierte en montículos la tierra muerta y contaminada de miles de hectáreas donde dominó la maraña tropical. Miles son atraídos por la codicia del oro que genera más de 800 millones de dólares anuales, gracias a la ausencia del Estado que no muestra ningún interés para eliminar esta lacra. El documental se filmó en el 2011, precisamente en el mismo año en que la investigación de J. Swenson, de la Universidad de Duke, analizó imágenes satelitales del período 2003-2009, demostrando que seis mil hectáreas de bosques primarios y humedales habían sido arrasados por la minería ilegal.

Cada vez se entienden mejor los servicios brindados por los ecosistemas para la sobrevivencia, el desarrollo, la salud y la economía. Cada vez hay más evidencia de los vínculos de las epidemias con el desequilibrio ambiental. Recientemente, “The New York Times” publicó un artículo titulado “Ecología de la enfermedad”, donde se sostiene que las enfermedades emergentes se han cuadruplicado en el último cuarto de siglo, principalmente por la creciente intrusión humana en los hábitats de regiones tropicales. La minería ilegal destruye el ambiente, promueve la delincuencia, la trata de personas en las zonas donde opera y amenaza la salud pública.

Sin embargo, a pesar de esta caótica y preocupante situación, el Gobierno ha anunciado la “ampliación” del plazo de formalización de los mineros ilegales hasta el 2016. Es decir, se ha decidido que los hampones de la minería ilegal sigan operando fuera del marco legal, que atropellen lar normas ambientales, usurpen territorios, evadan impuestos, se armen hasta los dientes, trafiquen con el trabajo infantil, prostituyan a mujeres y niños, se alíen con los narcos y envenenen nuestro territorio con mercurio, el cual causa estragos sobre los ecosistemas y pone en riesgo la cadena alimenticia y la salud humana.

¿Qué hacer contra la minería ilegal? Gonzalo Castro de la Mata, Doctor en Ecología por la Universidad de Pennsylvania señala que en primer lugar, este problema tiene raíces profundas que le han dado tiempo para enquistarse a lo largo de los cinco últimos gobiernos. En segundo lugar, hay que tomar en cuenta que extraer oro de la selva amazónica no es barato y sólo tiene sentido hacerlo cuando los precios están altos; desde el 2000 el precio del oro se ha disparado y los mineros ilegales se volvieron muy poderosos, pues acumulan ganancias astronómicas. Finalmente, este fenómeno tan destructivo es una manifestación más de la informalidad de nuestra economía. El Estado gasta energías regulando a los que ya son formales y cobrándoles impuestos, con lo que crea un perverso incentivo para mantener a los informales fuera del sistema.

¿Hay solución? Primero, en la minería ilegal las mafias son grandes y, por tanto, se requiere un trabajo de inteligencia para lograr infiltrarlas y luego caerles con todo el peso de la ley para descabezarlas. Segundo, si hay decisión política para erradicar la minería ilegal, sería necesario crear la figura de un zar con amplios poderes para coordinar con diversas instancias del Estado y dejar de lado las burocracias. Finalmente, hay que regular menos y simplificar más los trámites del Estado. Los permisos de extracción minera deben ser más simples, pero mucho más estrictos, de tal forma que solo haya dos categorías: legales e ilegales; de esa manera se lograría acabar con la nefasta minería informal.

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