Agua es desarrollo:

mapa-mundo-aguaFebrero fue el mes del agua, recurso que sostiene la vida de treinta millones de peruanos y genera desarrollo socioeconómico, pero que aún no se valora en su real dimensión. Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática hasta setiembre de 2012, el 83.1% de los hogares del país se abastecían de agua mediante red pública, lo que significa que más de cinco millones de peruanos aún no cuentan con agua potable. En el área urbana el 91.4% de los hogares contaban con agua de red pública, mientras que en ámbito rural solo el 58.2% tenían este servicio.

Pero además está la necesidad de las actividades productivas desarrolladas en el país como la agricultura, la minería, la industria y la pesca, que tienen como sostén principal el agua que fluye en los 1.007 ríos y 12.201 lagos y lagunas que existen en el Perú. Sin embargo, aún no se toma conciencia de la importancia de la preservación y el manejo racional del recurso hídrico. A pesar que el agua es un recurso renovable, por los fenómenos climáticos que está originando el calentamiento global es cada vez más escasa y de menor calidad, debido a la contaminación generada por las actividades del hombre.

Debe considerarse que la demanda del agua aumentará exponencialmente, por el uso de la población de las ciudades y de las industrias extractivas, siendo necesario que se preserven las fuentes hídricas tanto en su calidad y cantidad. Por lo tanto, debemos tener una eficiente gestión del agua, no solo con campañas para cerrar el caño y no desperdiciarla, sino a través de una estrategia de manejo integral de las intervenciones humanas en las cuencas hidrográficas.

En el Perú existen 159 cuencas hidrográficas distribuidas en costa, sierra y selva, cada cual con sus propias características, problemas y posibilidades, pero todas deben tener un plan integral de gestión para asegurar el abastecimiento del recurso a las poblaciones aledañas e industrias conexas. Tradicionalmente las obras hidráulicas y el manejo de los recursos naturales se planificaron para favorecer el desarrollo de los valles costeros, donde están las principales ciudades y actividades económicas, descuidando a las poblaciones y comunidades de las partes media y alta de las cuencas.

Un punto crucial en la gestión del agua es la protección de las cabeceras de la cuenca, pues allí nacen los ríos, arroyos y afines, ejecutando acciones y obras como la construcción de reservorios y zanjas de infiltración para almacenar las aguas de lluvia, además de reforestarlas masivamente. También debe tomarse en cuenta que si la agricultura consume el 86% del agua disponible, hay que promover la tecnificación del riego, pues en la costa se riegan unas 800 mil hectáreas, de las cuales menos del 10% dispone de ese sistema, pero el resto lo hace con el riego tradicional, desperdiciándose el 70% del agua.

Otro aspecto fundamental es cuidar la calidad del recurso hídrico, pues el evidente que donde se desarrollan actividades productivas se vierten aguas contaminadas al mar, ríos y lagos, sin ningún compromiso de remediación por parte de las mineras, empresas prestadoras de servicios, industriales y hasta agricultores que usan excesivamente agroquímicos. Pero no solo la industria extractiva contamina el agua, también las poblaciones de las partes altas y medias de las cuencas que arrojan basura a los ríos, sin tomar en cuenta el perjuicio para los habitantes de abajo.

Y esto no solamente se explica por la falta de una cultura de cuidado del agua, sino también por una mala gestión de las municipalidades en el recojo de la basura, que no contemplan en sus planes anuales la habilitación de rellenos sanitarios y plantas de procesamiento de residuos sólidos, y botan directamente la basura a los ríos, principalmente en provincias. Como es sabido, el agua es la causa de conflictos sociales en el país; ante ello cabe resaltar la importancia de la conformación de los consejos de recursos hídricos de cuencas, donde participan los gobiernos regionales, municipalidades, organizaciones de usuarios agrarios y no agrarios, colegios profesionales, universidades y comunidades campesinas.

Parte del agua dulce termina en el mar porque no existen canales o sistemas para aprovecharla; hasta ahora no se ha cuantificado el déficit de infraestructura hídrica, pues no se han realizado los estudios correspondientes. El cambio climático impone nuevas condiciones al país, puesto que generan períodos de lluvias más intensos y sequías más prolongadas, lo que agrava la demanda por falta de infraestructura.

El Perú tiene el 5% del agua dulce del mundo y la mayor disponibilidad de agua por habitante, pero aún hay poblaciones que no acceden a ella en buenas condiciones. La falta de infraestructura para aprovechar el agua no solo genera mayor riesgo de desastres, sino también aumenta el nivel de la pobreza.

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