Violencia y discriminación de género

violencia-de-generoLas mujeres luchan permanentemente por sus reivindicaciones en todas las regiones del planeta. Es el caso de las integrantes del movimiento feminista Femen, las cuales mostraron sus pechos desnudos en protesta por el enjuiciamiento de la activista tunecina Amina Tyler, la cual apareció semidesnuda en internet para mostrar su rechazo a la moral conservadora de su país; por lo cual fue detenida el pasado 19 de mayo en la ciudad de Qairauán.

Cecile Kyenge, es una migrante africana que ha recibido todo tipo de improperios por parte de grupos neofascistas y partidos políticos nacionalistas italianos. Estas manifestaciones racistas, que no sorprenden mucho viniendo de un país en el que regularmente se escuchan cánticos racistas en los estadios de fútbol, muestran el grado de discriminación que se vive en esa nación europea. Lo que sucede es que Kyenge no es cualquier inmigrante indefensa. Es la recientemente nombrada ministra de Integración de Italia.

El primer ministro Enrico Letta decidió darle la cartera de Integración a una migrante africana, convirtiéndose de esa manera esta congoleña en la primera ministra negra de la historia de Italia. Sin embargo, pese a que en un inicio se aplaudió el nombramiento calificándolo de un salto hacia la integración racial, las voces contrarias hicieron ver lo difícil que es la tarea de la integración. El nombramiento de Kyenge ha causado tanto revuelo porque ella representa al nuevo migrante que se está estableciendo en Italia. Nacida hace 48 años en el Congo, la ministra llegó al país europeo en su juventud para estudiar medicina. Tres décadas después, se encuentra totalmente establecida, pues ahora es una oftalmóloga que vive en Módena con su esposo italiano y sus dos hijos. Su integración total a la sociedad italiana parecía comprobarse este año con su ingreso a la Cámara de Diputados de la mano del Partido Democrático.

Ante los insultos, la ministra ha reaccionado con dignidad y prudencia. El caso de la ministra es una muestra del racismo que se vive en Italia. La superestrella del fútbol italiano de origen ghanés, Mario Balotelli tuvo que enfrentarse durante los partidos a pancartas que contenían términos agresivos. Justamente él ha sido uno de los personajes que ha aplaudido la designación.

Por otro lado, los especialistas señalan que las reacciones contra Kyenge son producto de taras históricas de la sociedad italiana. Por ahora, la nueva ministra de Integración tiene una dura tarea por hacer y empieza por lograr que los políticos italianos no la discriminen.

Hania Mohib, es una periodista egipcia de 42 años, quien recientemente contó cómo un grupo de hombres la rodeó mientras se manifestaba en la céntrica plaza cairota de Tahrir, los cuales le arrancaron la ropa y la violaron sexualmente hasta perder la conciencia, despertando camino al hospital. Ella considera que estas agresiones buscan asesinar la voluntad de las mujeres que desean participar en la vida política y estigmatizarlas para que se queden en casa o bajen a la calle con vergüenza y miedo. Hania no sabe quién está detrás de las violaciones, pero no le cabe ninguna duda de que el aparato policial está involucrado.

Los desoladores testimonios de los asaltos en Tahrir no son hechos aislados, pues desde hace años las calles egipcias son testigos mudos del acoso sistemático. Las transeúntes sufren inoportunos roces, miradas lascivas, comentarios obscenos o llamadas telefónicas de desconocidos. Un reciente estudio de ONU Mujeres reveló que el 99.3% de las encuestadas han padecido la lacra del acoso.

La alarmante violencia sexual ha alcanzado la vida política, marcada por la polarización entre islamistas y seculares. Para el opositor del Frente de Salvación Nacional, la escalada forma parte de la estrategia usada por el régimen para abortar la revolución y romper el espíritu de las manifestaciones. Los radicales salafistas, cuyo líder es Abu Islam, a través de un canal de televisión se han atrevido a señalar que “las mujeres que van a las manifestaciones es porque quieren ser violadas”

Hania ha dicho que “el discurso religioso y la negligencia policial han propagado actitudes tremendas contra la mujer”. La periodista no está dispuesta a pagar el precio de callar: Es hora de ridiculizar a quienes insultan a la mujer y de denunciar a los verdugos.

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