Recientemente estuvo en nuestro país el economista indio Abhijit Banerjee, quien se ha dedicado a estudiar las causas reales de la pobreza y sus verdaderos efectos. Fue entrevistado por el periodista Luis Davelouis. Compartimos con ustedes lo que éste dijo. Afirma que en realidad no existe una receta para luchar contra la pobreza, por cuanto la mayoría de las políticas se hacen sin saber de qué se trata en realidad el problema. Indica que -por ejemplo- no se trata de decir vamos a gastar el 2% del PBI en el presupuesto de salud, sino de preguntarse ¿Cuáles son los cinco principales problemas de salud del país? ¿Qué cosa sabemos con respecto a resolver esos problemas? ¿Por qué no están siendo resueltos? ¿Cómo así la tuberculosis y la desnutrición son persistentes? ¿Qué impide que estos problemas sean resueltos? Una vez que sepamos eso, tal vez podamos saber qué hacer al respecto. Muy rara vez nos preguntamos cuál es el problema y alguno de ellos son conductuales, algunos tienen que ver con abastecimiento; otros proceden de costumbres sociales que son muy difíciles de cambiar.
Señala que la India tiene una cifra enorme de desnutrición y se piensa que eso sucede porque las personas no ganan lo suficiente para costear sus alimentos; lo cual no es verdad, porque si lo fuera, la solución posiblemente sería hacer comida más barata. Y en la India la comida es muy barata por lo que las familias muy pobres tienen acceso a ella, ya que solo gastan el 50% de su ingreso en alimentos, mientras que en otros países los más pobres gastan entre 70% y 80% de su ingreso en comida. En la India no consumen más comida porque la gente prefiere comprarse televisores, celulares o cualquier otra cosa. ¿Por qué lo hacen? Porque quieren vivir sus vidas. Por lo tanto, la desnutrición no es un asunto de pobreza, sino de la conciencia de la importancia de la buena nutrición.
Se puede terminar la desnutrición gastando muchísimos recursos para proveer comida más barata para los más pobres, pero después de un tiempo no damos cuenta que eso no es suficiente para disminuirla y menos erradicarla; porque si se les da comida más barata, ahorrarán dinero y se comprarán más celulares y cosas suntuarias. Por lo tanto, es necesario persuadir a las personas de que la nutrición es importante; pero si las personas no creen ni piensan que es importante, no se podrá resolverlo dándoles más comida.
Cuando nos enteramos que existe un problema de desnutrición, inmediatamente tratamos de resolverlo dándoles más alimentos; pero no nos preguntamos cuál es la razón por la que las personas están malnutridas. Entonces tenemos dos caminos: o les damos comida gratis a las personas o las persuadimos de los beneficios de estar bien nutridos. Debemos acceder a las mentes de las personas para persuadirlos de que vale la pena luchar contra la anemia –por ejemplo- ingiriendo píldoras para revertir esa situación. El destacado economista cuenta la experiencia de Indonesia: se les daba a las personas píldoras contra la anemia que tenían un costo de 100 dólares, pero incrementó los ingresos de los beneficiarios en 130 dólares por individuo. Otra forma de combatir la anemia es encontrar comidas fortificadas, encontrar tecnología para resolver el problema: podemos poner hierro en la harina con la que se elabora el pan; podemos pensar en muchas formas de hacer políticas públicas inteligentes para cambiar las cosas. La persuasión y la información hacen las cosas más fáciles a las personas.
¿Cómo se cambian las conductas que tienen que ver con la salud? El economista pone como ejemplo a la tuberculosis, que es una enfermedad cuya alta tasa de mortalidad consecuente tiene que ver principalmente con el que los pacientes no toman la medicación. Si toman el medicamento durante un período largo no morirán; entonces el asunto no es que no existe acceso a la medicina, sino que los enfermos no son conscientes que deben consumirlos por el bien de su salud. Concluye que los sistemas bien diseñados son aquellos en los que no tenemos que detenernos a pensar.
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