EL DOBLE DISCURSO DEL FONDO MONETARIO INTERNACIONAL:

EL DOBLE DISCURSO DEL FONDO MONETARIO INTERNACIONAL
EL DOBLE DISCURSO DEL FONDO MONETARIO INTERNACIONAL

El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional pretenden haber abandonado sus políticas neoliberales conocidas con el nombre de Consenso de Washington. Estas dos desacreditadas instituciones aprovechan esta crisis internacional para volver a ubicarse en el centro de la escena. Durante décadas, estas entidades han impuesto por la fuerza medidas de desregulación y programas de ajuste estructural; además sus expertos defienden los intereses de los grandes acreedores en desmedro de los ciudadanos, cuyos derechos fundamentales cada vez son menos garantizados.

Mientras que la situación económica se deteriora rápidamente, los grandes banqueros del mundo se esfuerzan en dar al Fondo Monetario Internacional el papel de caballero blanco que va a ayudar a los pobres a hacer frente a la crisis económica. Por otro lado, los gobiernos que firman un acuerdo con el FMI para recibir fondos deben aplicar siempre las mismas recetas adulteradas, que degradan aun más las condiciones de vida de las poblaciones.

Es hora de denunciar el doble discurso del FMI, que por una parte pide a la comunidad internacional aumentar los esfuerzos para lograr los objetivos de desarrollo del milenio y, por otra parte, exigen a los gobiernos aplicar severas medidas en perjuicio sobre todo de las clases trabajadoras. Debemos recordar que para responder a la crisis de los años 30, el presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt redujo el horario de trabajo, aumentando al mismo tiempo los salarios, las asignaciones sociales y los derechos de los trabajadores, garantizando el derecho de sindicalización. Dominique Strauss –Kahn, quien dirige el FMI, está muy lejos de tener la grandeza de Franklin Roosevelt, y sigue cueste lo que cueste, defendiendo los intereses de los grandes acreedores que lo nombraron para ocupar ese lucrativo cargo. Así, el FMI demuestra que es un dócil instrumento al servicio de los mismos que han provocado la actual crisis financiera.

La crisis financiera y económica mundial destaca el fiasco de la desregulación de los mercados financieros así como también el fracaso del control sobre los movimientos de capitales, ambos predicados por el FMI. Por eso se hace indispensable la búsqueda de una nueva arquitectura internacional, basadas en el Pacto Internacional sobre los Derechos Económicos, Sociales y Culturales (1966) y la Declaración de las Naciones Unidas sobre el Derecho al Desarrollo (1986). En este momento la única solución aceptable es la abolición del FMI y del banco Mundial y, su reemplazo por instituciones radicalmente diferentes, centradas en la satisfacción de las necesidades humanas fundamentales.

En entrevista por la cadena alemana de televisión, Deutsche Welle, el Premio Nobel de Economía 2001, Joseph Stiglitz, quien además fue presidente del Consejo de Asesores Económicos de 1995 a 1997; economista principal del Banco Mundial de 1997 al 2000 y autor principal de Informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de 1995 y actual profesor en la Universidad de Columbia, Nueva York, alertó que actualmente los bancos están en muy mala situación, por lo que el gobierno de Estados Unidos ha otorgado cientos de miles de millones de dólares con muy pocos resultados; de esa manera los ciudadanos norteamericanos se han convertido en propietarios mayoritarios de un importante número de bancos importantes, pero no tienen el control; por lo que la única respuesta a esta situación la nacionalización de estas entidades que están en bancarrota.

Hace pocos días ha finalizado en Londres la Cumbre del G-20, en la que los jefes de Estado acordaron incrementar los recursos del Fondo Monetario Internacional, que recibirá unos 750 mil millones de dólares y otros tantos recursos para el Banco Mundial. De esa manera no sorprende comprobar que el G-20 haya decidido fortalecer el papel del FMI para liderar los esfuerzos de la recuperación, a pesar de ser el principal autor de la crisis actual.

El FMI ha sido, y continúa siendo, el principal vehículo ideológico para la imposición del neoliberalismo a escala planetaria. Es una tecnocracia perversa e inmoral cuyos funcionarios perciben honorarios exorbitantes y cuya pobreza intelectual la resumió muy bien Joseph Stiglitz cuando dijo que el FMI está poblado por “economistas de tercera formados en universidades de primera”.

El tema es demasiado grave como para dejarlo en manos del G-20; es por eso que el presidente de la Asamblea General de la ONU, Miguel D”Escoto, dijo que lo que se necesitaba no era un G-20 sino un G-192, en clara alusión a todos los países del mundo, lo que ha sido convocado para el mes de junio del presente año.

Los países del G-20 seguirán reflotando los bancos, colocando al FMI, a pesar de su descrédito mundial, de nuevo en el centro del juego político y económico gracias a un aporte de fondos que se producirá desde ahora hasta el año 2010, con el consecuente abandono de programas sociales que permitan combatir las pobrezas que abaten a miles de personas en todo el mundo. Por ello en muchas partes del planeta se ha realizado grandes movilizaciones con el lema: “Que los ricos paguen la crisis”.

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