LA OLVIDADA BURKINA FASO

LA OLVIDADA BURKINA FASO
LA OLVIDADA BURKINA FASO
Por: Dr. Leonardo Sánchez Colchado
Conductor de Enfoque Global.com

En el Master Internacional de Estudios para la Paz y el Desarrollo, en la Universidad Jaume I de Castellón – Comunidad Valenciana, Greg Basue, profesor de Estudios para África Subsahariana, me encomendó la elaboración de una monografía respecto a las organizaciones políticas de dicho continente. A partir de allí comencé a interesarme por su historia con sus conflictos y bondades de muchos de los países que otrora eran –por decirlo de alguna manera- absolutamente desconocidos para mí. Pero también el interés surgió debido a las largas charlas que mantuvimos con entrañables amigos como Eduard Mouambi (República Democrática del Congo), Betty Mutesi (Ruanda), Estela Ouyinkua (Kenia), entre otros.

Recientemente tuve acceso a interesantes publicaciones sobre un país probablemente el menos conocido para nosotros –Burkina Faso- a donde llegaron dos periodistas peruanos a efectuar reportajes y a convivir con esa maravillosa gente, que afrontan muchas pobrezas pero que tiene un enorme corazón para compartir lo poco que la mesa les ofrece. Ellos son Pablo Bracamonte Málaga y Ramiro Escobar La Cruz.

Burkina Faso es un país ubicado en el centro oeste africano  cuyo pueblo es uno de los seis más pobres del mundo; pero paradójicamente registra bajísimas estadísticas de criminalidad. Los robos, crímenes y secuestros son verdaderas excepciones en clara correspondencia con su nombre que en español significa “país de los hombres íntegros”. En ese país la convivencia pacífica  resulta elemental para sobrevivir. Su capital, Ouagadougo, sorprende por el abrazador sol que azota sin clemencia a los burkinabeés; la ciudad despierta con el sonido bronco de las campanas de las iglesias y los cantos de las mezquitas, seguido por el bullido de las motocicletas y los buses interprovinciales que se desplazan por las polvorientas avenidas. La gente invade las calles calzadas con sayonaras y ropas de paño estampados, algunos cargan su mercancía sobre la cabeza y otros caminan a los talleres de costura, de reparación de motos o de soldadura, donde laboran.

Llama la atención cómo en ese país conviven armoniosamente las etnias mayoritarias con otras minoritarias, como los Mossis y los Samos. Igualmente coexisten las religiones católica e islámica sin muestras de intolerancia y discriminación. Es común observar gente de diferentes religiones y etnias en un mismo vecindario o dentro de una familia, compartiendo juntos fiestas religiosas como la Navidad y Semana Santa católica con el Tabasqui, el fin de Ramadán islámico.

En Burkina Faso hay un gran temor y respeto a los brujos tanto en la ciudad como en los pueblos alejados, pues son considerados una autoridad y se les consulta de todo, desde problemas económicos hasta de infertilidad. Si no se cumplen sus indicaciones, se cree que vendrá la tragedia, la pérdida de la casa y la mala suerte para la familia.

En Burkina Faso no hay guerra civil ni violencia, pero sus habitantes son igualmente golpeados por una gran pobreza, el país registra una esperanza de vida de entre 49 y 52 años, y no hay gordos ni obesos. Los burkinabeés son tan o más arroceros que los peruanos y cuentan con el limón ácido y pequeño con el que en nuestro país preparamos el rico y famoso ceviche. 

Cuando una persona fallece y a logrado pasar los 60 años, la familia arma una gran fiesta, sacrifica su mejor animal, invita a los amigos, vecinos y autoridades, contrata un grupo de música nativa y baila con alegría. Es frecuente observar en estas ocasiones a los hijos portando las ropas del difunto, imitando sus gestos y palabras, mientras algún amigo cuenta episodios graciosos del finado.

Para ellos, una persona que nació, creció, tuvo hijos y murió pasado los 60 años es alguien que logró triunfar en la vida y es preferible despedirse recordándolo con gracia y alegría, no con nostalgia y tristeza que el mundo occidental nos ha enseñado.

El compromiso de una pareja es otro gran acontecimiento, una prueba que debe rendir el novio ante la familia y amigos de la novia; el hombre es recibido por las hermanas, primas o amigas de ésta, quienes lo increpan acremente para que diga cuál es la razón por la que desea separar a la novia de su familia y que explique con qué dinero va a mantenerla. El novio intenta las mejores respuestas, pero el careo llega a ser tan fuerte que en muchos casos sale despavorido cargando a la novia sobre los hombros, desatando la risa de los familiares. Esta prueba les deja a los novios muy claro el valor que tiene la novia para los suyos y cuánto costó llevársela.

En Burkina Faso todos son bilingües, porque hablan francés, pero prefieren emplear el more para contar sus asuntos de una manera privada. En ese país apenas 49 años es la esperanza de vida; la mayoría vive en la capital de calles polvorientas, casi al estilo de las pequeñas urbes amazónicas, pero sometida a un calor infernal. Hay muchísima pobreza, pero a diferencia de lo que ocurre en las avenidas más tristes de América Latina, nadie está tirado, desolado o vencido, ningún limosnero está en el piso.

El 1983, cuando el capitán Thomas Sankara tomó el poder, en virtud de un golpe organizado por Blaise Comparé, el actual presidente, fue un momento casi de ensueño, pues el militar en cuestión perpetró algunas audacias políticas como el vender los Mercedes Benz de las autoridades, cambiándolos por unos Renault 5, abolió los tributos a algunos jefes tribales, prohibió la ablación del clítoris femenino y hasta se hizo de una guardia presidencial de mujeres, recortó los privilegios militares al convertir un almacén del Ejército en un supermercado. Se declaró antiimperialista y pidió al resto de países africanos no pagar la deuda externa. El capitán se vinculó con el Comandante Fidel Castro, lo que implicó que algunos burkinabeés viajaran a La Habana y otras ciudades para estudiar. Es esa la razón por la cual se puede encontrar en Ougadougu algunas personas que hablan español.

El 15 de octubre de 1987 “el Che Guevara africano” fue asesinado durante un golpe de Estado promovido por su antiguo compañero, Blaise Comparé, que hasta hoy es el presidente. Sankara puso un nuevo nombre al país, que antes se llamaba Alto Volta debido a los tres ríos que lo surcan. Lo puso Burkina Faso, que en la lengua de los mossi –etnia mayoritaria del país- significa “el país de los hombres íntegros”. Integridad, que acaso se nota en los miles de ciudadanos que, a diario, rajan su piel bajo el sol para buscar el sustento. Gente para admirar como a los miles de peruanos que luchan diariamente por salir de las pobrezas que agobian al país.

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