LA GUERRA DE WIKILEAKS

LA GUERRA DE WIKILEAKS
LA GUERRA DE WIKILEAKS
Por: Dr. Leonarndo Sánchez Colchado
Conductor de Enfoque Global.com

Los documentos hechos público recientemente a través del portal de Wikileaks se encuentran tipificados como secretos, confidenciales e inclasificables, según el Departamento de Estado y que ha puesto en apuros al gobierno de Barack Obama y a la Secretaria de Estado Hillary Clinton. Wikileaks ha entregado a los principales medios de comunicación escritos del mundo información para los escruten y publiquen, utilizando como base el criterio del interés público para su difusión. Los cinco medios escritos que accedieron a esta información son El País (España), The New York Times (EE.UU.), Le Monde (Francia), The Guardian (Reino Unido) y Der Spiegel (Alemania), que tienen en común un tratamiento profesional de la información que les hace insospechables de transacciones para impedir su publicación.

Las notas constituyen la mayor y más amplia fuga de documentos no oficiales registrada en la historia de Estados Unidos. Dentro de la información publicada tenemos el caso del primer ministro italiano Silvio Berlusconi, cuya reputación de juerguero y amante de los bacanales romanos armando fiestas con prostitutas de lujo en su residencia despertó sospechas en la señora Clinton sobre la ecuanimidad de este setentón millonario para hacer política en serio. Por supuesto que Berlusconi ha negado que ese fuera su comportamiento.

Un cable estadounidense enviado en el 2009 por el Departamento de Estado a su embajada en Buenos Aires inquiere de manera maliciosa sobre la salud mental de la viuda del ex presidente Néstor Kirchner, preguntándose si en verdad Cristina Fernández estaría en condiciones de controlar sus nervios y ansiedad en su proceso de toma de decisiones.

También expone los deseos de Arabia Saudita de que Irán sea atacada para “cortar la cabeza de serpiente” de su programa nuclear. Los deseos sauditas encierran razones de política regional, pero sobre todo religiosas. Por otro lado, la supuesta presencia de la red terrorista islámica Al Qaeda en la triple frontera entre Paraguay, Brasil y Argentina, versiones que fueron declaradas infundadas por los tres países. La sospecha estadounidense se alimentó por la presencia de una numerosa comunidad de origen árabe en ciudades fronterizas de Paraguay y Brasil. En Washington se creía que en esa zona, conocida por ser un paraíso del contrabando, se recogían fondos para las organizaciones islamistas armadas como Hezbolá.

Esa inquietud estadounidense tomó cuerpo luego de los atentados del 11 de septiembre de 2001. Esa misma inquietud repercutió incluso en Perú cuando se intentó vincular a la comunidad paquistaní en Tacna con la red que dirige Osama Bin Laden; dicha circunstancia nunca se probó.

La creciente presencia de Irán en América Latina es otra de las preocupaciones para Estados Unidos; aunque no es secreto que Teherán quiere incrementar su producción de uranio habiendo estrechado vínculos con Caracas, La Paz y Quito, sumándose Brasilia quien tiene interés en vender uranio, componente esencial de la industria nuclear. Además, Irán ha hecho público que Israel debe desaparecer del mapa. Wikileaks también difundió que Cuba ayuda a la guerrilla colombiana de las FARC y sirve de refugio a integrantes del grupo separatista armado vasco ETA.

El australiano Julian Assange cuando creó Wikilieaks dijo “para cambiar radicalmente el comportamiento de un régimen tenemos que pensar con claridad y audacia, porque si algo hemos aprendido es que los regímenes no quieren que los cambien. Tenemos que pensar más allá de lo que hicieron quienes nos han precedido y descubrir cambios tecnológicos que nos den valor para actuar de formas que nuestros antepasados no pudieron”. Julian Assange (39) se ha dedicado a remecer los cimientos del poder político; desde entonces sus seguidores le llaman el “Robin Hood de la información”, aunque para sus detractores es un traidor, un terrorista y una amenaza para la paz mundial.

Gracias a Wikileaks quedó al descubierto el modo en que Estados Unidos usa a sus embajadores para espiar a funcionarios de la ONU, presidentes, candidatos políticos, jueces y fiscales. El objetivo es conocer desde sus ADN y huellas dactilares, hasta sus tarjetas de crédito, horarios, relaciones, decisiones y salud mental.

Pero además, Wikileaks ha difundido desde el 2008 información que los gobiernos involucrados han tratado de mantener en secreto. Así tenemos que la Comisión Nacional de Derechos Humanos de Kenia ha descubierto documentos que denuncian la ejecución extrajudicial de 500 jóvenes opositores al régimen. También dio a conocer un listado con los nombres, apellidos, direcciones y teléfonos de miles de personas pertenecientes al Partido Nacional Británico, de corte racista. Wikilieaks difundió un video que refleja la matanza de 12 civiles en Bagdad, entre ellos, dos niños. Además, un helicóptero Apache disparó a un fotógrafo de Reuters y a otros transeúntes de la zona. También filtró 92 mil documentos sobre la guerra de Afganistán, a través de los mismos diarios que ahora han efectuado los recientes destapes. En ellos se desvela el asesinato de víctimas civiles por soldados norteamericanos, y conexiones entre la inteligencia paquistaní y los talibanes insurgentes.

Al respecto, el analista Peter Kornblih indicó que “la difusión de un cuarto de millón de documentos confidenciales en tiempo real a nivel global, ha provocado un daño al secreto diplomático, pero es una ganancia del poder ciudadano y de la democracia”.

Winfried Motzkuz admitió que su fundación Wau-Holland Stiftung ha subvencionado con 750 mil euros destinados al mantenimiento de los servidores y transmisión de datos de Wikileaks, así como al pago de salarios de los empleados de la web. El FBI investiga si el financiamiento proviene únicamente de fuentes privadas o existen conexiones secretas con algunos gobiernos enemigos o grupos radicales.

Pero a pesar de la captura y liberación bajo fianza por un tribunal londinense de Julian Assange, su portal sigue removiendo el cotarro internacional como nunca antes se vio, esto es, con el apoyo de los periódicos más influyentes del primer mundo. En la información hasta ahora publicada abundan infidencias, rumores y hasta chismes y, como ha señalado el semiólogo italiano Umberto Eco, se trata de filtraciones que rompen una regla esencial en la dinámica de los servicios de inteligencia.

La mayoría de los gobiernos afectados por los mensajes de Wikileaks ha preferido minimizarlos y valorar más los vínculos y coincidencias con Estados Unidos. Eco sostiene que “el poder necesita confidencialidad, como nosotros, por cuanto cuando hacemos una declaración de amor, tampoco queremos que se haga pública”.

Julian Assange sigue dando declaraciones polémicas indicando que es víctima de una agresiva investigación estadounidense y teme sea extraditado al país del norte. Igualmente, Suecia pretende extraditarlo para interrogarlo  por supuestos delitos sexuales. Assange denunció ante la prensa que es objeto de una campaña de difamación en su contra y que es probable que haya más intentos por manchar su nombre. Reportes de medios estadounidenses indicaron que fiscales de ese país podrían acusarlo de espionaje  y solicitar su extradición si es que demuestran si es que ayudó al analista de inteligencia del Ejército estadounidense Bradley Manning, sospechoso de estar detrás de las filtraciones para reunir el material clasificado.

Manning ha sido acusado de obtener el video clasificado de un ataque con helicóptero en Irak, en el 2003, cuando murieron doce personas, entre ellas dos periodistas de Reuters. Las autoridades estadounidenses sostienen que Manning filtró algunos de los despachos que han sido difundidos por Wikileaks. Por esta razón el referido soldado se encuentra detenido en la base militar de Quantico, en Virginia.

Pero ¿Quién es Bradley Manning? La internacionalista Virginia Rosas Ribeyro (Soldado Manning, ¿chivo expiatorio?) ha señalado que este soldado, analista de inteligencia, filtró parte de los más de noventa mil documentos secretos sobre el ejército  estadounidense en Afganistán. El Pentágono anunció que ya había iniciado una investigación penal para llegar hasta el origen mismo de la fuga. Por su parte la Casa Blanca ha condenado tajantemente la publicación de la información clasificada que pondría la vida de estadounidenses y sus aliados en peligro.

Tras las nuevas revelaciones hechas sobre operaciones encubiertas, muertes de civiles y errores que se mantuvieron en secreto, se pretende achacar todas las filtraciones de los más de noventa mil documentos al soldado Manning. ¿Cómo un soldadito de segunda, apenas salido de la adolescencia, podría tener acceso a documentos de tanta importancia y extraerlos con tal facilidad? Según pesquisas hechas por el Pentágono, las imágenes transmitidas solo podían provenir de alguien que tuviera un nivel de acreditación especial.

Manning corre el riesgo de pasar los próximos cincuenta años  de su vida en prisión. Lo cierto es que los informes publicados por Wikileaks provienen de ficheros donde se describen todo tipo de acciones militares. Lo más grave del asunto es que estos ficheros están al alcance de cualquier soldado movilizado en Medio Oriente y hasta las empresas de seguridad que trabajan en la región tienen acceso a ellos.

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